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Cuando Rajoy besa en campaña a mujeres musulmanas

La foto fue tomada, el martes 8 de noviembre, en un gran hotel de Melilla, una ciudad española de 73.000 habitantes en la costa del norte de África y que reivindica Marruecos. Se ve a Mariano Rajoy, líder del Partido Popular (derecha conservadora), besar a varias mujeres musulmanas que llevan hiyab (pañuelo islámico que cubre el cabeza). Fue distribuida por la agencia de prensa EFE. Rajoy está en campaña electoral y no desperdicia un solo voto potencial. Los españoles musulmanes de Melilla, que representan cerca de la mitad de la población de la ciudad, se alinean mayoritariamente con CPM, un partido local cuya dirección es musulmana, pero que no presenta candidato a las elecciones legislativas del 20 de noviembre. Rajoy confía sin duda en que una fracción de esa comunidad opte en las urnas por el Partido Popular. Pese a que es electoralista me gusta esa foto de Rajoy posando sus labios sobre los carrillos de las mujeres musulmanas. Me gusta especialmente cuando en otros lugares de España, como en Onda (Castellón), 400 extremistas de derechas hacían campaña, el sábado pasado, coreando “¡Stop a la invasión islamista!”, “¡Que se vayan!”. Por fortuna no tienen ninguna posibilidad de ser elegidos. Me gusta aún más cuando políticos de peso, como Josep Antoni Durán I Lleida, cabeza de lista de los nacionalistas catalanes de CiU al Congreso de los Diputados, se “preocupan” públicamente porque en las maternidades de Cataluña nacen más críos a los que ponen el nombre de Mohamed que los bautizados con patronímicos como Jordi o José, que no son extranjeros. Añadió, para justificar su inquietud, que “el islam es una cultura diferente” dando así a entender que no comparte nuestros valores. Él sí que va a ser elegido y presidirá incluso un grupo parlamentario en el Congreso. Cabe recordar que en Salt, una aglomeración urbana del norte de Cataluña, el ayuntamiento gobernado con CiU prohibió sin más tapujos la construcción de lugares de culto durante un año, es decir en la práctica de nuevas mezquitas. En otras ciudades españolas los obstáculos administrativos impiden a los musulmanes, y de rebote también a otras religiones minoritarias, disponer de nuevos lugares de culto o incluso mantener abiertos los ya existentes. Por eso, para reivindicar una verdadera libertad de culto, 6.000 protestantes se concentraron en Barcelona el sábado 5 de noviembre. Los musulmanes (1,2 millones en España) no hicieron otro tanto porque están más desunidos, peor organizados que los protestantes. Me gustó esta foto tomada en Melilla cuando precisamente los islamistas están en auge en el sur del Mediterráneo y que el hiyab se convierte de nuevo en un tema polémico sobre todo en Túnez donde los “barbudos” de Ennahda han ganado holgadamente las primeras elecciones democráticas. En Melilla, en cambio, el hiyab no supone problema alguno. Melilla es sin duda una ciudad atiborrada de defectos, pero es inimaginable allí que la dirección de un instituto público expulse, como sí ha sucedido recientemente en Madrid o en Burgos, a una alumna que lleva el hiyab. Y el hiyab que se colocan esas mujeres de Melilla no les impide adaptarse a los usos y costumbres de una España en la que las personas de sexo opuesto que se conocen y se cruzan suelen besarse en los carrillos. Eso es convivencia.