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Huelga de médicos a medio gas

La protesta contra los recortes de Salud deja los hospitales como en un día festivo - Salud cifra el seguimiento en el 20% y el sindicato en el 71% Pulso fallido al Departamento de Salud catalán a cuenta de los recortes en sanidad pública, pero toque de alerta sobre el malestar que se cuece en el sector y la sociedad, en vista de la reacción de los ciudadanos, favorable a las reivindicaciones de los médicos. Así puede interpretarse el seguimiento de la primera jornada de huelga, que continuará hoy, convocada por el sindicato Médicos de Cataluña en los más de 70 hospitales y cerca de 400 centros de atención primaria (CAP) que forman la red pública catalana. Apenas el 20% de los médicos secundaron el paro, según la Generalitat, que contabiliza a los trabajadores que atendieron los amplios servicios mínimos como no huelguistas; los convocantes, por su parte, elevaron esa cifra al 71%. Sobre el terreno el paro funcionó al ralentí, con los centros sanitarios operando de forma similar a la de un día festivo y a las jornadas de cierre parcial que Salud aplica en los hospitales públicos para ahorrar. La Generalitat admitió que la protesta afectó a unos 20.000 ciudadanos y la enjuició con la misma dureza de los últimos días. "Ha sido un fracaso porque el seguimiento ha sido bajo y un error porque con la salud no se juega", afirmó el portavoz, Francesc Homs. El presidente, Artur Mas, también criticó ampliamente la postura del colectivo médico. "Cuando hacen huelga en campaña electoral se les ve el plumero", señaló por la tarde en un acto electoral de CiU en Lleida. "Los recursos son los que son y hay menos. Hay que intentar no perjudicar a los ciudadanos", añadió. El presidente de Médicos de Cataluña, Albert Tomàs, denunció que el mayor perjuicio a los ciudadanos lo ha causado el propio Mas con los recortes. "No reclamamos más sueldo, sino más presupuesto para la sanidad en 2012", destacó. "Tenemos los mismos recursos ahora que en 2003, pero atendemos a un millón de personas más", lamentó Tomàs, que criticó la escasa predisposición de Salud a negociar los recortes. "Ya les debe de ir bien la huelga, así se ahorran entre 200 y 300 euros por médico", ironizó. En los ocho grandes hospitales y la decena de ambulatorios visitados por este diario -en Barcelona, L'Hospitalet, Tarragona, Lleida y Girona- la jornada transcurrió como un día festivo, con escasa afluencia de pacientes y con los servicios mínimos -del 100% en urgencias, oncología y otros servicios especiales- funcionando con normalidad. En los ocho hospitales del Instituto Catalán de la Salud (ICS), gestionados directamente por Salud e inmersos en negociaciones por los recortes, el impacto fue mayor, de cerca del 50% de los médicos. En los CAP y el resto de los hospitales públicos (gestionados por consorcios públicos locales y comarcales), el seguimiento fue dispar, aunque en general menor. La reacción de los pacientes variaba entre el apoyo a la huelga y las protestas por las citas médicas canceladas. "La gente llama y pregunta si deben venir o no, pero la mayoría se muestran comprensivos con la huelga", explicó la telefonista del hospital Dos de Maig, duramente afectado por los recortes. "Tanto recorte al final provocará problemas graves en la salud de los ciudadanos. Que recorten en otro lado", señaló Juan García, de 43 años, que iba a visitar a un familiar en el Vall d'Hebron. Algunos pacientes sí protestaron por la cancelación de las citas, como en el CAP Maragall, en Barcelona, donde el seguimiento fue mayoritario. Otros se alegraban por la rapidez con la que fueron atendidos. Juan Manuel Torres tenía hora a las 10.20 en el hospital del Mar. "Son las 10.20 y ya estoy fuera", exclamó.

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La crisis de la deuda soberana golpea ya a 12 de los 17 países del euro

La crisis de la deuda golpea al corazón del euro. Apenas quedan refugios seguros. En 12 de los 17 países de la moneda única, la prima de riesgo (la rentabilidad extra exigida a su deuda en comparación con la alemana) no solo está en los máximos de la era euro, sino que además supera los niveles que tenía la deuda española en mayo de 2010. Fue entonces cuando por primera vez, ante el contagio de la crisis griega, se señaló con el dedo a España y Portugal, que se vieron obligados a acometer duros ajustes. La prima de riesgo española estaba entonces en 164 puntos básicos (100 puntos básicos equivalen a un punto porcentual). El Gobierno de Zapatero se vio empujado congelar las pensiones, bajar el sueldo de los funcionarios y, en definitiva, adoptar las medidas de ajuste más drásticas de la democracia, en un giro que hizo trizas el capital político que conservaba. A cambio, se permitió al Banco Central Europeo empezar a comprar deuda pública en los mercados y se puso en marcha el fondo de rescate europeo. Tras la aciaga jornada de ayer, países como Austria, aliados de Alemania en su línea dura hace año y medio, tienen una prima de riesgo superior a la española de entonces. Sin contar la propia Alemania, cuyos bonos están considerados el activo libre de riesgo en euros, solo hay, de hecho, cuatro países cuya prima de riesgo no supere los 180 puntos básicos. Se trata de dos Estados que prácticamente no tienen deuda (Luxemburgo y Estonia) y de otros dos (Holanda y Finlandia) cuya prima de riesgo también está en máximos, pero en el entorno de los 80 puntos básicos. En todos los demás, la crisis de la deuda golpea con fuerza, aunque en distinto grado. En un primer grupo están los países rescatados, entre los que sobresale una Grecia al borde de la quiebra junto a Portugal e Irlanda. Chipre, con tipos superiores al 10% es asimilable a este grupo. Luego están los dos grandes países del sur de Europa: España e Italia. En ambos la prima de riesgo volvió aumentar ayer. En España llegó a marcar un máximo de 458 puntos básicos y en Italia escaló hasta 529. La rentabilidad del bono español a 10 años marcó un máximo en el 6,34% y la del italiano volvió a superar la línea roja del 7%. La situación española es mucho más holgada en cuanto a vencimientos inmediatos y nivel de endeudamiento (el 70% frente al 120% del producto interior bruto), pero ambos están en primera línea de fuego. Aunque apenas se habla de ellos, las rentabilidades exigidas a Eslovenia y Malta se encuadrarían también en este segundo grupo. A esos países se ha unido a toda velocidad Bélgica, cuya prima de riesgo superó ayer por primera vez la barrera de los 300 puntos básicos (estaba en menos de 100 hace solo unos meses). Le sigue Eslovaquia, por encima de los 200 puntos básicos, una cota a la que se acercan a toda velocidad dos países cuya calificación por parte de las agencias crediticias sigue siendo la máxima, la codiciada AAA. El diferencial de Austria, un país con un endeudamiento similar al español, ha pasado de los 40 puntos de antes del verano a los 185 de ayer. Y a la misma velocidad se ha deteriorado la prima de riesgo de Francia, que ayer superó los 190 puntos básicos, y es la nueva gran preocupación. Aunque los tipos a 10 años franceses están aún al 3,7%, los analistas subrayan que, con ese diferencial y la situación económica que arrastra, Francia cotiza ya lejos de la AAA a la que París intenta aferrarse y que Moody's amenaza con rebajar. Un informe del Consejo de Lisboa, centro de estudios económicos con sede en Bruselas, sobre el estado de salud de los 17 miembros de la zona euro, colocó a Francia en el 13º puesto, en peor situación que España (12º) y solo un puesto por delante de Italia (14º), tras cruzar datos de crecimiento, empleo, consumo, competitividad y sostenibilidad de la deuda. El estudio afirma que, "de los seis países del euro que mantienen la triple A, Francia es de lejos el que goza de peor situación económica", y añade que es hora de "hacer sonar las alarmas" porque París "está amenazada por el contagio de la crisis de la deuda". El Gobierno trató de calmar las aguas. "No somos tan creíbles como Alemania, pero seguimos siendo creíbles y respetados, porque las medidas que hemos tomado han dado sus frutos", señaló el ministro de Asuntos Europeos, Jean Léonetti, que esgrimió los dos planes de ajuste aprobados en tres meses, que Bruselas ha considerado insuficientes, y atribuyó la creciente distancia entre los bonos alemanes y franceses a que los bunds se han convertido "en un valor refugio". Dos noticias laborales acentuaron las malas sensaciones. El grupo de automoción PSA (Peugeot más Citroën) anunció que en 2012 suprimirá 6.000 empleos en Europa, y que 5.000 de ellos se perderán en Francia. Por su lado, el banco Société Générale se dispone a acometer "centenares de despidos", según los sindicatos. Desde Burdeos, Nicolas Sarkozy soliviantó más los ánimos de la izquierda con un polémico discurso, en el que, defendiendo las conquistas sociales de la posguerra, anunció una vuelta de tuerca contra el fraude a la Seguridad Social. La principal amenaza contra el modelo de bienestar no son los mercados, sino el abuso de los ciudadanos que "roban" a la Seguridad Social, sostuvo Sarkozy, que anunció un plan de lucha contra las bajas laborales abusivas para ahorrar 200 millones anuales.

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La deuda pública vive mejor fuera del euro

Mientras la crisis de la deuda soberana va devorando uno tras otro a los países de la zona euro, los principales Estados europeos que no comparten la moneda común viven una situación privilegiada para acceder a los mercados, tanto dentro como fuera de la Unión Europea. La palma se la llevan Suiza y Noruega. La primera es el destino refugio por excelencia y, de hecho, ha tenido que tomar medidas para frenar la revaluación de su moneda frente al euro. Sus bonos a 10 años rinden solo un 0,8%. Noruega, por su parte, tiene las cuentas públicas más saneadas de Europa y solo paga algo más del 2% por su deuda. Dentro de la UE, unas cuentas saneadas y una moneda propia explican también que el mercado exija a los bonos de Suecia a 10 años una rentabilidad del 1,6%, inferior al 1,77% de Alemania. El mismo razonamiento se aplica para Dinamarca (1,91%). Pero fuera del euro es posible vivir tranquilo incluso con una deuda y un déficit público enormes. Es el caso de Reino Unido, para el que la Comisión Europea espera para este año un déficit público equivalente al 9,4% del producto interior bruto y una deuda del 84% del PIB, niveles muy superiores a los de España. Pese a ello, el Tesoro británico solo necesita ofrecer tipos ligeramente superiores al 2% para endeudarse a 10 años, frente al 6,3% que exigen los inversores a la deuda española al mismo plazo. En gran parte, eso se debe al enorme programa de compra de deuda pública puesto en marcha por el Banco de Inglaterra para tratar de animar una economía que renquea también en la recuperación. Fuera de Europa, dos grandes superpotencias económicas como Estados Unidos y Japón disfrutan también de tipos de interés para la deuda pública a largo plazo históricamente bajos pese a sus abultados niveles de deuda y déficit público.

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La violencia engulle Siria mientras crecen las presiones diplomáticas

La violencia en Siria ya no es patrimonio del régimen. Las fuerzas de oposición cuentan con un número creciente de soldados, que desertan del Ejército para sumarse a la insurrección. El lunes murieron 34 militares gubernamentales en la ciudad de Deraa, donde en marzo comenzaron las protestas contra el presidente Bachar el Asad, a consecuencia de una emboscada realizada por desertores. Fue el suceso más sangriento de una jornada abundante en víctimas, más de 50 según los opositores. Los enfrentamientos prosiguieron el martes en Deraa, Hama, Homs y otras ciudades. La ausencia de periodistas independientes en Siria hizo imposible verificar las cifras de muertos y las circunstancias en que se produjeron. Las presiones diplomáticas sobre Bachar el Asad no han conseguido de momento atenuar la brutalidad de los choques, que han convertido a Deraa y Homs en zonas de guerra bajo fuego constante. En los dos principales núcleos urbanos del país, Damasco y Alepo, la vida prosigue sin embargo con relativa normalidad. La decisión de la Liga Árabe de expulsar a Siria de la organización y retirar a partir de esta semana a los embajadores en Damasco ha enfurecido al régimen, que tolera los asaltos contra las sedes diplomáticas extranjeras. La Liga Árabe se reunirá mañana, miércoles, para considerar nuevas medidas de presión. El país más dependiente de Siria, Líbano, se ha visto engullido por la crisis tras la votación celebrada el sábado en El Cairo por la Liga Árabe. Líbano fue uno de los tres países que votaron contra la expulsión, junto a Yemen y la propia Siria, mientras Irak se abstuvo y los otros 18 miembros votaron a favor. El voto libanés no sólo escandalizó a la oposición, sino también a una parte del Gobierno, dominado por la milicia chií Hezbolá. El ministro druso Wael Abu Faour declaró que la opinión pública libanesa estaba dividida prácticamente al 50% a favor y en contra de Bachar el Asad y que ello aconsejaba abstenerse. La oposición, suní y prooccidental, lamentó que Líbano se pusiera “de parte de quienes asesinan a su propio pueblo”. Hezbolá, por su parte, declaró que la decisión de la Liga Árabe era “una prueba flagrante de la participación de Estados Unidos en el sabotaje de Siria” y añadió: “Cualquiera que se enfrente a Siria no desea el bien de los árabes, del arabismo y de la causa palestina”. El primer ministro, Najib Mikati, proclamó que se había optado por el voto negativo “pensando en los intereses supremos de la nación”. Los servicios secretos sirios ejercen una enorme influencia en la vida política libanesa, de forma directa o a través de Hezbolá, una organización que recibe financiación e instrucciones desde Teherán y Damasco. Un tribunal de Beirut abrió semanas atrás un sumario en el que se acusa a agentes sirios de secuestrar en territorio libanés a varios miembros de la oposición a Bachar el Asad. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que hasta hace unos meses mantenía una sólida alianza personal con el presidente sirio, subrayó ayer que había dejado de confiar en Bachar el Asad y comentó que el dictador de Damasco podía pasar a la historia “como uno de esos líderes que se alimentaban de sangre”. Para reforzar sus palabras, Erdogan canceló un proyecto turco-sirio para la explotación de reservas de gas. Tras el voto de la Liga Árabe, tras las palabras de Erdogan y tras la petición de dimisión dirigida a El Asad por el rey Abdulá de Jordania el lunes, Irán y Rusia son los únicos países que respaldan al régimen sirio y consideran que la única solución a la crisis pasa por una negociación directa entre Bachar el Asad y los dirigentes de la oposición. China da señales de preferir refugiarse en una precaria neutralidad. La negociación directa es la propuesta que repite Asad en los últimos tiempos y que hasta hace dos semanas apoyaba también la Liga Árabe; la organización, sin embargo, concluyó que Asad no tenía ningún interés real en negociar tras el fracaso de su intento de mediación. Los opositores se niegan a hablar con el presidente, al que culpan de las más de 3.500 muertes contabilizadas por la ONU desde marzo, y afirman que no hay negociación posible sin la dimisión previa de El Asad. El Gobierno sirio anunció el martes la liberación de mil presos políticos “como muestra de buena voluntad”, según la televisión oficial, e insistió de nuevo en que la crisis era ajena al pueblo sirio y estaba provocada por bandas armadas a las órdenes de gobiernos extranjeros.

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Los últimos días de Berlusconi

¡¡Adiós Berlusconi!!. Existe una palabra que describe mejor que ninguna otra lo que el Gobierno de Berlusconi ha sido para Italia, lo que realmente lo ha caracterizado en el sentido político y en el económico, y esa palabra es inmovilismo. En los últimos 20 años no ha sucedido nada en favor del país. No se ha hecho ni una sola de las reformas prometidas en 1994 que hubieran contribuido a conjurar la crisis que ahora está viviendo Italia. Y es evidente que lo que no lograron los electores, ni los grupos de la oposición, ni la prensa, ni los intelectuales, lo ha conseguido el mercado. Ironías del destino, precisamente Silvio Berlusconi, que siempre se ha jactado de haber creado un imperio de la nada, de haber encarnado el sueño americano del self-made man, que siempre se ha considerado campeón en materia de números y dinero, se ha visto desbordado en lo que se sentía omnipotente y por aquello que siempre dijo que era su propio elemento: por el mercado. Ha sido el comisario de una economía que ya no podía fiarse de su gestión. Ennio Flaiano, genial escritor italiano, decía que en Italia la línea más corta entre dos puntos es el arabesco. Los casi 20 años del Gobierno de Berlusconi han sido un arabesco: la línea más larga posible entre lo viejo y lo viejo que se hacía pasar por nuevo. Entre Democracia Cristiana y democracia cristiana. Cuántas mentiras en estos 20 años, cuántas mistificaciones. Desde los falsos orígenes humildes, para que el italiano medio pudiese identificarse con él, a la mentira mayor de todas, pasada de boca en boca y progresivamente vacía de todo significado. La mentira según la cual un hombre que ha creado un imperio, que es rico y que está al frente de empresas prósperas —o que parecían serlo— no tiene necesidad de robar, de sustraer dinero público al país, como lo habían hecho los partidos en la Primera República. Un sueño que se basó en embustes y equívocos porque, una vez eliminados los padrinos políticos, fue preciso que Berlusconi controlara la situación. Y que en poco tiempo transformara la política en un campo de fútbol, en el que los ciudadanos son hinchas que vitorean a sus colores independientemente de cómo lo esté haciendo el equipo, todo lo más le silban un ratito, pero que siempre y solamente quieren ver la victoria. Berlusconi ha introducido un nuevo modo de hablar, de manera que decidir comprometerse en política se convierte en “saltar al campo”. Por otra parte, él mismo repetía que su entrada en la política se había producido para tutelar sus propios intereses. Los suyos personales y los de sus empresas. Y es exactamente eso a lo que hemos asistido durante los 20 años en los que ha sido protagonista indiscutido de la escena política italiana. Sus cargos institucionales han coincidido con sus negocios privados. Los mismos jefes de Estado extranjeros que en los pasados años se han mostrado más cercanos a él, no han sido sino sus socios. Del gas de Putin —los negocios energéticos rusos representan el 70% de las exportaciones a Italia, y la misma Hillary Clinton ha dejado caer sus dudas acerca del carácter especulativo de las convergencias políticas ente Berlusconi y Putin— a la embarazosa amistad con Gadafi —desde junio de 2009, Lafitrade, de la familia Gadafi, y Fininvest, de Berlusconi, a través de la luxemburguesa Trefinance, son los verdaderos propietarios de Quinta Communications, de Tarak Ben Ammar—. El negocio con la empresa tunecina, en la que Lafitrade tiene el 10% y Fininvest el 22%, ha abierto el negocio al reciclado occidental, a partir de Italia, de una voluminosísima masa de petrodólares de Gadafi, valorada en 65.000 millones de euros. Ni una sola ley de su Gobierno para el Estado, ni una sola ley que, en todos estos años, haya proporcionado a la economía los instrumentos necesarios para enfrentar la crisis que asomaba por el horizonte. Ninguna ley para Italia, solo leyes para él. Y no porque le faltasen los números en el Parlamento. Ha gozado, y durante mucho tiempo, de una mayoría increíblemente fuerte que le habría permitido realizar las reformas que habían hecho de él —al día siguiente del terremoto judicial que había destruido a los viejos partidos italianos en los años noventa— el hombre nuevo, el viento nuevo, el campeón del reformismo liberal que él contraponía al estancamiento de las izquierdas incapaces de transformarse. No a la reforma de la justicia, no a la de las pensiones, nulas perspectivas para las nuevas generaciones víctimas de una nefasta desregulación del mercado de trabajo que ha traído consigo una precarización encaminada únicamente a favorecer a las empresas que explotan a los trabajadores. En Italia, el sector público está en la ruina, la sanidad no tiene unos estándares dignos de Europa, la escuela, la Universidad y la investigación renquean. Durante años el Parlamento se ha dedicado a discutir, enmendar y votar leyes ad personam y leyes que hemos denominado ad aziendam. De algunas se interpreta el sentido con su simple nombre. Otras llevan el nombre de los fidelísimos a Berlusconi. Otras incluso le favorecen a él y a sus empresas indirectamente; otras han servido de manera demasiado evidente para legitimar, salvar, proteger del colapso a las empresas del primer ministro« las ha habido para listas electorales presentadas fuera de plazo o, todavía más a menudo, para obstaculizar los procesos en los que el primer ministro estaba y está imputado. En 2001, el Gobierno italiano fue el único en Europa que no firmó para combatir los delitos financieros. Y el mundo nuevo que Berlusconi había prometido se ha convertido en un mundo viejo, más viejo que el que le había precedido. Y la política que nos espera conlleva el riesgo de ser ni más ni menos que la continuación de los juegos de poder interrumpidos por Il Cavaliere. Será lo viejo vestido de nuevo. El Gobierno que venga, no se sabe todavía si fruto de elecciones anticipadas o de un amplio entendimiento (el debate ha comenzado y las decisiones se están tomando en este momento mientras yo escribo), tendrá la ardua tarea de acometer las reformas económicas que podían haberse organizado durante los pasados 20 años y que en cambio asfixiarán a Italia en los próximos meses. Mario Monti, al que Europa ha tenido ocasión de conocer y apreciar durante los 10 años que fue comisario europeo (de 1994 a 2004), es desde hace unos días senador vitalicio y es el más acreditado para este Gobierno de transición. Europa se fía de él y eso podrá dar oxígeno a la economía italiana. Perotendrá que tomar decisiones difíciles que, la historia italiana lo demuestra, no tendrán recompensa. Por otra parte, aunque el hombre Berlusconi parezca acabado, el berlusconismo aún no ha muerto. Sigue allí, con paciencia, confiando resurgir, dispuesto a decir “sin mí ha sido peor”. Sus protagonistas esperan a especular sobre los momentos difíciles que vivirá Italia, fingiendo ser ajenos al proceso. Estemos atentos, por tanto, a quién se desmarca ahora, estemos atentos a quién dice, desplegando altruismo, que el Gobierno de amplia coalición debe incluir a todos, también a esta o aquella parte política. En esta fase, altruismo significa descargar las responsabilidades sobre el adversario político. Y cuidado también con los que gritan, con los que invocan elecciones inmediatas: es todo menos una auténtica batalla por los derechos, en realidad son ganas de cosechar los votos que la crisis y la rabia social les aportarán. La impresión es que, una vez más, hay espacio para todo menos para el talento y para la voluntad de reconstruir de verdad un país que, más que económicamente, está humillado en su moral, en su confianza y en su esperanza de que sus habitantes puedan volver a ser felices, a realizarse sin tener que irse. En Italia, una vez más, el riesgo está en que se haga tabla rasa para que se pueda volver atrás más fácilmente.