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El último molinero se llama Domingo

Un anciano de Cádiar mantiene activo un molino del siglo XVI. No sólo no cobra a los clientes que van a moler, sino que los invita a un vaso de vino.El molino de Domingo utiliza la fuerza motriz del agua proveniente del Guadalfeo para represar y derivar una parte del agua forzándola a pasar a través de un caz o acequia, de varias decenas de metros de longitud, que va aumentando la altura sobre el nivel del terreno, para llevarla a la instalación, donde se deja almacenar en el cubo para, posteriormente, dejarla caer con fuerza en el cárcavo sobre la turbina o rueda hidráulica. Termina el cazo en una gran arqueta, cuya misión es que el agua almacenada caiga con gran fuerza y de manera constante y uniforme sobre la turbina, que queda en la parte inferior por debajo del nivel de superficie del terreno. Del cubo sale una tubería de fuerte inclinación por donde cae con gran fuerza el agua al cárcavo, donde está la turbina, consiguiendo con ello la energía necesaria para mover toda la maquinaria. Lo fundamental de la maquinaria es el sistema formado por el rodezno-árbol-muela volandera cuyo giro solidario permite la moltura sobre la muela solera, que es la de abajo. Pieza clave del engranaje para que el agua tenga siempre la misma presión es la rejilla o rasera que se baja para que se llene de agua el cubo y a partir de ahí se mueve a medida que entra el agua a gusto del molinero, por tanto la rasera sirve para dar agua o para quitarla y sobre todo para mantener el mismo nivel. Este tipo de molino sirve para cualquier clase de cereales: trigo, cebada, centeno, maíz, etc.,.En la época de la repoblación, allá por el siglo XVI, había 181 molinos harineros pertenecientes a moriscos y 33 más a cristianos viejos, según indica en un estudio el profesor Fausto Rodríguez Monteliva. Ya sólo queda en funcionamiento el de Domingo.Gerald Brenan, en su libro "Al Sur de Granada", se interesa por los molinos que ve en la Alpujarra y estudia su origen. Dice que «posiblemente los molinos hicieron su aparición en España durante la época visigoda o bizantina, entre los años 550-620 de nuestra era y que los laboriosos árabes y bereberes los desarrollaron y extendieron su uso».